UNA EXPERIENCIA RELIGIOSA
Una de las cosas que voy aprendiendo observando y conversando en torno a las
religiones con personas religiosas, es su afán por conquistar y promulgar
"la verdad", abanderarla y no soltarla. Es tal ese afán que cuando
converso con alguien y me piden mi posición y opinión al respecto, siempre con
mucho respeto, es inevitable ver como ciertas ideas que se tienen pueden
desmontar algunas creencias en las que se están. Suscitan
cierta incomodidad por el hecho de colocar aquellos elementos que resultan
obvios desde la fe, en fenómenos que pueden escapar a la comprensión de los
mortales si se piensan.
No es extraño escuchar que las cosas van bien, o mal: por qué Dios así lo
quiere. Para la religión, la verdad, es siempre la verdad de Dios y para todo
lo demás la solución es: "solo Dios sabrá". Frase que me recuerda a
la de "Para todo lo demás: Master card" El otro Dios de muchos
miserables.
En ambos casos, lo que esta claro es que se da un ejercicio intelectual vago
que no invita demasiado al conocimiento, la reflexión, la creatividad, la
crítica, la conspiración, etc. Dejando poco espacio para la creación humana que
ya creó a un único creador (el lenguaje no deja de sorprenderme). Esto conduce
a que las personas asuman "la parte que les toca" por qué así Dios lo
quiso. En mi opinión, tengo la idea de que más bien así han querido las
personas que sea Dios y él ni si quiera lo sabe.
A algunas personas les educan con la verdad en la mano y a otras les educan
para buscarla. A mi, me enseñaron a confiar en quienes la buscan y a dudar de
quienes creen con seguridad haberla encontrado.
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