LA FORMULA ANTE LA CRISIS [I+D- (+IDIOTAS)]
Hace 5 años desde que la crisis económica comenzó a
formar parte de lo cotidiano, concretamente la palabra "crisis" se ha incorporado en nuestro vocabulario, se incorporó en el lenguaje común de la misma forma que iba construyendo un pensamiento que es la representación mental de la situación
misma. El pensamiento y el lenguaje están estrechamente ligados, y resulta
inevitable al escuchar o emitir la palabra crisis la construcción mental fatal
de una realidad social que atormenta cualquier tipo de existencia ciudadana creo que eso es una imagen común inscrita en cada una de las mentalidades cuya suma es el imaginario común.
Pero "la crisis" y toda su representación ha servido para nuestros dirigentes políticos, grandes corporaciones y medios
de comunicación como fin y como medio, de instrumento y de producto y el negocio parece haber tenido éxito en tanto que las personas lo hemos ido incorporando a la serie de sucesos compartidos que permite que tu y yo veamos la misma realidad. En
definitiva el modelo de capitalismo salvaje en el que vivimos lo mercantiliza
todo, y el lenguaje no escapa a esta afirmación, es decir, cuando hablamos de “crisis”
se nos está vendiendo algo: un producto, un plan, una mercancía con la que especular y
hacer negocio, o las tres cosas. Cinco años después de anunciar a bombo y platillo la nefasta
situación económica, fruto de la corrupción de los poderes y la violencia
estructural que alimenta los beneficios de unos pocos a costa y en detrimento
de la gran mayoría, vivimos en un estado de confusión, perplejidad, indenfensión,
indignación, frustración, etc. Mientras tanto, el
lenguaje que se utiliza y que mayor influencia obtiene en la opinión pública tiende a criminalizar a
las víctimas para que los verdaderos criminales queden impunes, mediante toda una amalgama de técnicas de manipulación verbal que permiten que adoptes un pensamiento, opinión, punto de vista que después se verá reproducido en distintos escenarios en muchas ocasiones sin ser conscientes de que estamos hablando de algo que no es que no hemos visto, vivido, experimentado. Lo más grave es que ni siquiera lo hemos pensado nosotros mismos.
En este tiempo hemos escuchado argumentos insultantes por parte de políticos que “nos representan?", "que defienden
nuestros intereses?" Desde el “¡qué se jodan!” de Andrea Fabra refiriéndose a
los más de cinco millones de desempleados, o el estímulo que J. Luis Feito ofrece a los/as jóvenes
españoles/as para "marcharse a Laponia". Las palabras del ministro Wert diciendo
que no es malo que los jóvenes con alta cualificación se marchen a otros países
puesto que adquieren otras experiencias y mejoran su formación. Por su parte, Carmen
Vela, Secretaria del Estado de
Investigación, afirmaba que en España "Sobran científicos y se tienen que reducir la cantidad de
investigadores para mejorar la calidad de los contratos". Y un largo etcétera
que valdría la pena compilar algún día.
El objetivo está
claro, la idea es mediocrizar a la población, para poder refundar (una vez más) un
sistema caduco, abocado al fracaso, cuya premisa es el máximo beneficio, al
menor coste y con la mayor indiferencia, y que no nos olvidemos de ello, la educación nos ha venido vendiendo durante décadas como el "modelo único". Los que no están de acuerdo con este sistema, se les
invita a abandonar el país, sin cortesías, aquí no pintan nada. Esta nueva forma de fascismo
mata a muchas personas a diario y obliga a emigrar en el exilio a cientos y miles de españoles y españolas. De un tiempo a esta parte, los métodos del gobierno para que se produzca esta fuga han cambiado, no son tan drásticos, ni explícitos, pero si son
igualmente trágicos y violentos. En este sentido, las muertes se producen por una paulatina
retirada de los accesos a los servicios de protección social, dejando a una
gran parte vulnerable de la población sin acceso a los mismos, abocados a un paulatino empobrecimiento y a la muerte. Los éxodos actuales no se producen por violentas persecuciones y
encarcelamientos, sino por la escasez de oportunidades para trabajar, para autorealizarte como persona cualificada en tu propio país.
En la España de hoy se dan las características
propias de un Estado totalitario, fascista queda bien camuflado, enmascarado por las
nuevas mercancías y el control de los
medios de producción o lo que es lo mismo las palabras (producto) y el lenguaje
(instrumento) y el acceso al control de los mismos que es equivalente a la posesión de los medios de control mental, fruto de los abusos del poder por parte de una clase política que carece de toda legitimidad social y como es propio de la mentes mediocres y poco desarrolladas, la violencia y los abusos de poder se convierten en la herramienta principal para callar cualquier atisbo de posible progreso que amenace su puesto en la cima y por encima de nuestras cabezas.
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