ALGO SOBRE MI


Nunca fui nada bueno a la hora de memorizar. Cuando descubrí que además que la memoria existen otras formas de aprendizaje, más útiles, más complejas y que me iban mejor, además de que permiten a uno liberarse de las garras de la reproducción mecánica y sin sentido de lo que otros ya han dicho o han escrito en forma de un conocimiento que no deja ver la parte inherente de ignorancia que los acompaña.
 Fue entonces cuando comencé a obtener tranquilidad en la escuela, buenas notas, conocimientos y reconocimiento por parte de mis maestros. Hasta entonces, cuando me imponían hacer cosas que no podía hacer (memorizar sin comprender) para ellos/as solo era un vago, un lento, abocado a aprender cualquier oficio que me diese de comer a mi y a mi posible familia numerosa, en un humilde barrio de la periferia. 

Por experiencia propia creo que ese es el propio sentido de la educación, del éxito educativo y también del fracaso, a saber, exigir a personas aquello que les cuesta más trabajo, o no les gusta o no comprenden sólo porque es lo más cómodo o sencillo para el docente, y de esa forma se deja de estimular aquello que podría hacer mejor y les permitiría avanzar para ser lo que las personas quieran ser y no lo que los adultos quieren que seas. Los esfuerzos del docente no pueden ir dirigidos a su capacidad para hacer que los/as niñas/os hagan lo que el adulto dirige continuamente, de esa forma la escuela nunca será el espacio para poder confiar en que algo pueda cambiar en la sociedad, sino que seguirá siendo lo que desdichadamente muchas personas conocemos, ese espacio de tedio y aburrimiento.


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